El ambiente
En lugar de reunirse con el cliente en el domicilio de este o en nuestra oficina, podemos invitarlo a tomar un café en el bar más cercano (pero no demasiado).
Un ambiente distinto del habitual evitará posibles “anclajes negativos” por parte del cliente, ayudándolo a transformar el miedo en acción. Salir de la zona de confort promueve el pensamiento constructivo.
Conocer la situación
Antes que nada, contextualicemos el miedo: ¿está anclado a alguna motivación o carece de fundamento? Si participo en un safari y descubro que hay un león en libertad a solo dos metros de mí, tengo motivos para estar asustado. Si, por el contrario, veo un león a un km de distancia, no tengo motivos para asustarme mucho: después de todo, puedo decidir subir al jeep para evitar que me alcance. Esto es fácil de decir, pero no tan fácil de poner en práctica.
Las decisiones
Según la neurociencia, existen tres comportamientos posibles ante el miedo, que en finanzas pueden traducirse como: mantener la inversión (parálisis), invertir más (lucha) y vender (huida).
El miedo
Cuando un cliente dice “quiero liquidarlo todo”, está expresando un deseo, sin saber bien cuál es su situación exacta (¿dónde se encuentra el león?). En este caso, la misión del asesor financiero consisteen ayudar al cliente a descifrar el contexto y escoger entre las tres opciones disponibles: mantener la inversión, invertir más o vender.
Debemos ser conscientes de que todas las objeciones siempre tienen dos caras:
Si se intenta gestionar una objeción, considerando únicamente su lado real o racional (por tanto, pasando por alto el emotivo), será difícil conseguir que el cliente cambie de idea. De hecho, la lógica nos hace pensar, pero las emociones nos empujan a actuar. Ahora nos concentraremos únicamente en la dimensión emotiva, a la cual añadiremos más adelante la racional.